La práctica artística de Pilar Flores consiste en un proceso integral que incluye caminatas, instalaciones, talleres, dibujo, diálogos, escritura de textos, cultivo de jardines, entre otros. Como jardinera, Pilar siembra, cuida y repara, luego acoge lo que germina, conectada al pensamiento somos naturaleza; humanos y no humanos coexistimos de manera interrelacionada e interdependiente.
En interdependencia, la vida fluye y circula por todos los rincones e intersticios, en un planeta que, por los constantes vaivenes entre entidades y especies que lo habitan, se va transformando permanentemente. En coexistencia, nuestra respiración se sumerge, se impregna, se entrelaza con el aire, el viento, la lluvia …, con el metabolismo de todas las criaturas.
Sin embargo, en la cotidianidad, nuestra indiferencia y descuido de los ecosistemas nos demuestra que algo se nos está escapando. Con las preguntas ¿cuán conscientes estamos de los procesos de colaboración que se dan en la naturaleza?, ¿qué es lo que no alcanzamos a comprender? Pilar inicia intuitivamente conversaciones con el mundo vegetal a través del dibujo. Esta experiencia es la que estuvo expuesta en Quito, en la Galería N24, abril-mayo 2024.
Crédito fotos: Christoph Hirtz
Crédito Fotos: Galería N24
En el proceso de creación de ríoÁRBOLcuerpo (2024), se ha configurado una síntesis en la que se han deslizado suavemente numerosos gestos de obras anteriores. Así, la fusión de elementos naturales en el título; el uso del texto como parte de la instalación; los trazos y huellas conectados con mi intimidad y enlazados con las percepciones que me vinculan a la tierra; la materialidad en el uso de ciertos soportes, colores, herramientas y utensilios; la conjugación de algunos dispositivos como dibujo, palabra, video, libro de artista; la reflexión sobre espacio/tiempo y montaje, los procedimientos para construir la obra… entre otros.
Mi gran tema a lo largo de cuarenta y cinco años de trayectoria ha sido la naturaleza. Lo he ido expresando a través de pensamientos e imágenes acerca del cuidado, reparación y defensa de la vida. Como seres de profunda dimensión espiritual, y en interrelación constante, existimos al interior de vastas redes configuradas entre humanos y no humanos.
Flores, P. (2022). Nosotros los Árboles. Index, Revista De Arte contemporáneo, 7(14), 108–115. https://doi.org/10.26807/cav.v7i14.514. Ver aquí
Líneas de la vida; Pilar Flores y la delicadeza de vivir
Un continuo de delicadas líneas me introducen en los hilos que van tejiendo la vida, más anchos, más finos más ocres, más negros más sinuosos, más escurridizos y esquivos. De repente, estoy en el bosque atrapada entre troncos y ramas que me hablan de su tiempo, de su historia, de su viaje cósmico. Me detengo en el silencio, ahí donde puedo oír la sinfonía de los trazos que danzan en la serenidad cromática, aquella que se extiende y desaparece en la inmensa magia plástica de Pilar.
Siento la vida luchando por erguirse, por levantarse hasta los cielos contra toda gravedad, contra toda dificultad, contra toda conspiración de muerte. La misteriosa quietud se desplaza de línea a línea, de color a color, de tono a tono y forma la cromática de la vida que se resiste a irse, a desaparecer. Entonces, entiendo que hay mucho más allá del diminuto cuerpo humano, de la fugacidad de la vida humana. Hay un inmenso misterio que nos envuelve con sus trazos cósmicos, con sus secretos terrestres, con sus raíces que se levantan y alcanzan las estrellas. Y de repente, estoy en el cosmos siendo también un ser cósmico.
Entrelazados con los trazos que forman las ramas y los troncos que tejen la vida, se encuentran los trazos del pensar y el sentir de la artista, los trazos que nos cuentan su relación con los seres del bosque, con los seres terrestres, con las hojas que sopla el viento, con el hálito del universo que visita este pequeño planeta azul. Azul como ese ser que me mira inquieto desde una bella obra que cuelga de la blanca pared. El ser azul me secuestra en su belleza, el mismo parece un ángel atrapado en su hermosura para ser visto por una mirada que con él despierta a lo despierto del otro mundo. El mundo de los ancestros primordiales, de aquellos que nos traen los secretos del inmenso cosmos.
Llego hasta el libro que cuenta la delicadeza de la vida naciendo, desplazándose, transformándose y renaciendo. Hoja tras hoja, cual las hojas de los árboles, se desprenden de su significado para donarlo a quién recorre sus intimidades. Ahí me doy cuenta, que hay que darse cuenta de lo que siempre estuvo allí desde antes de la conciencia humana, de lo que alimenta nuestro pequeño ser, nuestra limitada conciencia. Ahí me doy cuenta el ser azul es, entonces, mi propio ancestro primordial, ahí me doy cuenta que Pilar ha tenido la generosidad de regalármelo, para que mi diminuta y efímera vida humana alcance su tiempo cósmico.
Natalia Sierra Freire