Desde inicios de 1990 - a lo largo de los años- hasta el presente, he compartido un sin número de talleres y encuentros con niñas, niños, jóvenes y adultos, en las diferentes regiones del Ecuador: Costa, Sierra y Oriente. En Yuwintza tuve también esta oportunidad.
En agosto de 2012, realizamos un viaje planificado conjuntamente con un grupo pequeño de estudiantes de la Universidad Católica, profesores y estudiantes de la Universidad Hochshule Ostwestfalen-Lippe (University of Applied Sciences) y las comunidades Shuara (Yuwientsa[1]) y Ashuara (Sharamentsa[2]).
Estas comunidades deseaban darnos a conocer qué es la selva, qué rol tienen sus habitantes, cómo viven, su cultura, su cosmovisión, su relación con la naturaleza, pues se saben inevitablemente insertos en la “civilización” y piensan que al dar a conocer su forma de vida, esos visitantes pueden convertirse en sus aliados para proteger su medio ambiente, permanentemente amenazado.
En los últimos 12 años, las dos comunidades, han trabajado en un proyecto que lo han llamado “Academia Amazónica”, que es una gran casa shuara y otra ashuara, para recibir a profesores y estudiantes que deseen investigar acerca de estos pueblos ancestrales o simplemente visitarlas para conocer la selva y a los pueblos que actualmente viven en ella.
Pasamos ocho días caminando por los bosques, visitando cascadas, recorriendo las riveras de los ríos, tuvimos además la oportunidad de dormir a la intemperie, logrando una convivencia cercana y un fluido intercambio.
A la par, en esta semana, se realizó, entre otras actividades, un acto poético con mujeres y hombres quiteños, alemanes y de la comunidad que nos albergaba, el que consistió en la construcción de un gran dibujo colectivo con cintas de vívidos colores, mientras cada participante contaba su propia historia.
Esta visita a uno de los últimos lugares de la tierra cuyos habitantes tienen una relación privilegiada con la naturaleza, nos permitió constatar, una vez más, la enorme fuerza y a la vez la fragilidad de la Amazonía.