La instalación Palimpsesto (Museo de la Ciudad, Quito, 2007) toma el nombre del libro de poemas de Cecilia Velasco y dibujos de Pilar Flores. Esta obra tiene como eje un diario de trabajo que registra todo el proceso de su creación, proceso que toma Cagigal para la realización del video.
Desde el año 2001 al 2008, Pilar Flores comparte con diversas mujeres encuentros de creatividad a partir del silencio, y es esta experiencia colectiva la que le permitió imaginar el proyecto colaborativo que se presenta en el video.
Participan catorce mujeres de diferentes países, cada una de las cuales borda siete cuadrados, iniciando su labor con un hilo rojo, en un proceso de interiorización y silencio que les permite contactarse con su propia fuerza.
En el día de la inauguración participan siete artistas (hombres) con el público, y dibujan las líneas de las palmas de las manos de cada uno de los espectadores que entran a la muestra. El acto poético se completa al colocar estos dibujos en la sala mientras transcurre la inauguración.
Palimpsesto parte del mito del hilo de Ariadna, y se centra en la fuerza de lo femenino en un acto meditativo complementado con la acción de unicidad de lo masculino, que busca la salida en un laberinto de tiempo.
Palimpsesto se construyó multidimensionalmente a la manera de un rizoma y fue creciendo como un sistema abierto, en la combinación de mito, símbolo, rito y fiesta.
Diario del proceso Palimpsesto, es el video realizado por Pedro Cagigal a partir de un proyecto artístico de Pilar Flores.
–
- Palimpsesto,[1] libro realizado en colaboración con Cecilia Velasco, poeta y novelista ecuatoriana, el que incluye sus poemas y mis dibujos.
Un tráfico dulce recorre sin pausas
Toda la intimidad
y el alma se hace visible
como un hilo rojo.[2]
Inspirada en este poema de Cecilia Velasco desarrollo un proyecto colaborativo. Participan catorce mujeres[3] de diferentes países, cada una de las cuales (a pedido mío) borda siete cuadrados (de 15 x 15 cm), iniciando su labor con un hilo rojo, en un proceso de interiorización y silencio que les permita contactarse con su propia fuerza. Además, en el día de la inauguración hay la participación de jóvenes artistas con el público, pues ellos dibujan las palmas de las manos de cada uno de los espectadores que entran en la muestra. Este símbolo se completa al colocar estos dibujos en la sala mientras transcurre la inauguración. Las líneas de su vida entrelazada con otras vidas, anónimas todas, como parte de un solo laberinto.
Palimpsesto parte del mito del hilo de Ariadna, y se centra en la fuerza de lo femenino en un acto meditativo complementado con la acción de unicidad de lo masculino, que busca la salida en un laberinto de tiempo. El hilo rojo como símbolo de retorno; el hilo rojo que tiende puentes entre los que están separados y, encarna el camino íntimo que cada quien recorre. Hilo tenue como las líneas de la palma de la mano, teje, de esta manera, una obra colectiva e interdisciplinaria,[4] que entrelaza distintas subjetividades en una interconexión de momentos y lugares diferentes. Además, esta obra tiene como eje un diario de ruta[5] que registra, el proceso de la creación de Palimpsesto. Todos estos componentes fueron recogidos por el artista Pedro Cagigal en el video: Diario del proceso Palimpsesto.
Palimpsesto se construyó multidimensionalmente como un rizoma. Fue creciendo como un sistema abierto, en la combinación de mito, símbolo, rito y fiesta. Nació de los encuentros semanales de un grupo de mujeres, quienes, a través de su expresión creativa, buscaban el contacto consigo mismas. En el transcurso de siete años, cada una de las integrantes de este grupo fue enriqueciendo su mirada sobre sí y sobre el otro. Palimpsesto, proyecto que toma el nombre del libro, emerge de este recorrido colectivo.
La comunidad de hombres y mujeres que participaron en la exposición provenían de espacios distintos y realizaron su labor en tiempos diferentes; sin embargo, todos estaban unidos por una especial conexión de afecto con la autora de la obra. En Palimpsesto, las cosas no se dieron de forma lineal. Las mujeres (catorce en total) bordaron al mismo tiempo, en contacto con su propio mundo, pero en continentes distintos, afrontando problemáticas diversas. Las unía la construcción de sus propios símbolos, que al ser simultáneamente expuestos, potenciaba su cualidad individual y también la riqueza del conjunto. Palimpsesto se fue tejiendo en las relaciones y en la articulación de diferentes intensidades en las que, finalmente, se buscó el equilibrio dinámico de los extremos (por ejemplo la fuerza de lo femenino integrada a lo masculino como su complementario).
A través del mito accedemos al símbolo. El mito es la “experiencia de una vida remota intemporal, cargada de significados que iluminan el presente… El mito es un símbolo en palabras”[6] y una exploración simbólica del misterio del ser en el cosmos. O, tal como dice el filósofo e historiador de las religiones Joseph Campbell, los mitos son pistas de las potencialidades espirituales de la vida humana.
El rito se asocia con un viaje interior; así aconteció en la trayectoria de cada una de las mujeres al bordar las siete telas, contactándose con su fuerza interior, respondiendo a la invitación inicial.
Y la fiesta es la celebración colectiva, el encuentro, el dibujo de las líneas de las palmas de las manos de todos los asistentes, cuyos trazos se unieron unos con otros, continuos y en yuxtaposiciones, desbordándose en la edificación de un laberinto movimiento y, por tanto, de vida.
[1] Cecilia Velasco y Pilar Flores, Palimpsesto, Quito, Paradiso Editores, 2007.
[2] Poema de Cecilia Velasco.
[3] Siete mujeres que viven en Ecuador y siete mujeres que residen en el extranjero (Canadá, Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Suiza, Austria). Realizan 98 bordados en total.
[4] El trabajo artístico realizado en los años anteriores aporta los elementos que hacen posible la obra posterior: Palimpsesto, tal vez la más compleja por su multidimensionalidad. Esta obra se desarrolla a lo largo de catorce años, a través de experiencias individuales y colectivas en distintos formatos: poesía, dibujo, bordado, tejido, grabado, pintura, trabajo en arcilla, palabra, instalación, acción artística y virtual. Experiencias que se llevan a cabo paralelamente en distintos tiempos y espacios de socialización, investigación e intercambio.
[5] A lo largo de mi trayectoria artística he recogido reflexiones y escritos en Bitácoras de artista. En estos diarios constan procesos, referentes, pensamientos, imágenes y mapas mentales que van construyendo mi obra. Constan en ellas tres décadas de búsquedas, de experimentaciones, de deliberaciones, y de estudios con referentes filosóficos.
[6] Marco V. Rueda, Mitología. Cuadernos de Antropología -1, Quito, EdiPuce, 1993.
Fotografías de la muestra.